Luigi Beltrame Quattrocchi
Luigi Beltrame Quattrocchi nació en Catania el 12 de enero de 1880. Se inscribió en la Facultad de Derecho de la Universidad La Sapienza y se graduó el 14 de julio de 1902. Mientras estudiaba, en 1901, conoció a Maria Corsini y después de tres años de noviazgo, se comprometió con ella el 15 de marzo de 1905. El compromiso se hizo oficial el día 30 del mismo mes.
En agosto de 1905, le nombraron Vice-Pretor Honorario de la Prefectura Urbana y, el 25 de noviembre, se casó con Maria Corsini en la Basílica de Santa Maria Maggiore. De su unión nacieron cuatro hijos: el primero Filippo (llamado luego padre Tarcisio), en 1906; Stefania, la segunda, que luego se convertiría en la hermana Cecilia, en 1908; el tercero Cesare, también religioso con el nombre de padre Paolino, en 1909 y la cuarta Enrichetta, el 6 de abril de 1914.
En 1909, Luigi fue nombrado Abogado General del Estado Sustituto, en 1919 pasó a ser Vice Abogado del Estado y en 1921, Secretario General. Se jubiló en 1946 con el título de Vice-Abogado General del Estado Honorario. También llevó a cabo muchas tareas oficiales en varios ministerios, ENPAS (Ente Nacional de Seguridad Social y Asistencia para los Empleados del Estado) y actuó como consultor para IRI, la Banca d’Italia, la Banca Commerciale Italiana, la Banca Nazionale del Lavoro, el Consorzio per le Opere Pubbliche y la STET (Sociedad Financiera Telefónica).
A pesar de su trabajo y de sus compromisos familiares, Luigi dedicó su vida a un apostolado fructífero y participó en diferentes asociaciones católicas. Murió el 9 de noviembre de 1951 en Via Depretis de un infarto de miocardio.
Para aquellos que lo conocieron, era afable, veraz, esencial, leído y convencido. Estaba dotado de un encanto personal excepcional que la gracia divina enriqueció y completó. Un ejemplo espléndido de dedicación a la familia y al trabajo, fue capaz de corresponder al plan que Dios tenía para él de manera fiel, basando su vida en los valores de la fe cristiana.
Característico de su existencia fue el enfoque diario que ponía en profundizar la presencia de Dios hasta que llegó a una madurez espiritual significativa, trabajando con consistencia y diligencia para su propia salvación y para la de aquellos que conoció durante sus relaciones profesionales: santificarse a él mismo para santificar.
Maria Corsini
Nació en Florencia el 24 de junio de 1884, hija de Angiolo Corsini y Giulia Salvi. Sus padres le dieron una educación moral profunda, principalmente a través del ejemplo. En su infancia y su adolescencia, mostró que era una niña sin mancha en su comportamiento, juiciosa, obediente e inclinada a la piedad. En la capital, fue a la escuela primaria de las Hermanas de St Joseph de Cluny (tercero) y en la escuela pública (cuarto y quinto). El 30 de septiembre de 1897, recibió su Primera Comunión. Fue a la escuela secundaria en el Instituto Femenino de Comercio para Directoras y Contables hasta que acabó el bachillerato. Diligente y estudiosa, era particularmente dotada en las disciplinas literarias. En 1901, conoció a Luigi Beltrame Quattrocchi.
Ya en 1914, después del terremoto de Avezzano, hizo lo que pudo para asistir a los heridos. El mismo año, empezó la catequesis para mujeres en la parroquia de San Vitale. En 1915, ayudó de forma moral y espiritual a los soldados de la Primera Guerra Mundial hospitalizados en diferentes hospitales de Roma. En 1917, se hizo Terciaria Franciscana y, en 1919, entró en la Congregación de las Mujeres de la Inmaculada. En 1920, se unió a las filas del Consejo Central de la Acción de Mujeres Católicas y se convirtió en un miembro efectivo del Secretariado Central.
Desde 1922, el año en que se anunciaron tres vocaciones en la casa Beltrame Quattrocchi, Maria siguió la elección de la vida consagrada de sus tres hijos Filippo, Cesare y Stefania hasta su último aliento con sacerdocio maternal.
Como laica, esposa y madre con una gran vida interior, pasó sus días dedicados al leal y diario cumplimento de sus deberes y a las tareas propias de un compromiso generoso al apostolado laico, en una perfecta lealtad a la jerarquía y en un profundo espíritu de servicio. En otras palabras, generosa y admirablemente confesaba a Cristo en cada circunstancia de su vida, en su condición de esposa, madre y apóstol, permitiendo a Dios que brillara naturalmente en ella.
Fuentes:
https://www.causesanti.va/it/santi-e-beati/luigi-beltrame-quattrocchi-e-maria-corsini.html