Hijo de padres gitanos españoles, Ceferino Giménez Malla, conocido popularmente como “El Pelé”, nació en España en 1861; nadie sabe con exactitud dónde ni cuándo. Ceferino, al igual que su familia, era gitano y vivió según las tradiciones y leyes gitanas, tanto durante su crianza como a lo largo de su vida.
De niño caminó por los caminos montañosos de la región, vendiendo las cestas que elaboraba a mano. Siendo aún joven, se casó con Teresa Giménez Castro, una gitana leridana de carácter decidido, al estilo romaní. Se establecieron en Barbastro. En 1912, legalizó su unión, celebrando su matrimonio según el rito católico. A partir de entonces, comenzó a asistir a la iglesia con regularidad y se convirtió en un cristiano modelo. Aunque no tuvo hijos, adoptó a la sobrina de su esposa, llamada Pepita, cuyos descendientes aún viven.
“El Pelé” dedicó los mejores años de su vida a la profesión de experto comerciante de caballos, comprando y vendiendo caballos en las ferias regionales. Alcanzó una buena posición social y económica, siempre disponible para quienes lo necesitaban. Fue acusado injustamente de robo y encarcelado, aunque posteriormente fue declarado inocente. Su abogado defensor declaró: “Pelé no es un ladrón; es San Ceferino, patrón de los gitanos”. Extremadamente honesto, nunca engañó a nadie en sus tratos. Debido a su reconocida prudencia y sabiduría, tanto gitanos como payos lo buscaban para resolver los conflictos que a veces surgían entre ellos. Piadoso y caritativo, ayudaba a todos con su limosna. Era un modelo de devoción religiosa: asistía a misa a diario, comulgaba con frecuencia y rezaba el Santo Rosario a diario. Aunque era analfabeto, trabó amistad con personas cultas y se hizo miembro de varias asociaciones religiosas, como los Jueves Eucarísticos, la Adoración Nocturna y las Conferencias de San Vicente de Paúl.
En 1926 ingresó en la Tercera Orden Franciscana. Disfrutaba catequizando a niños, contándoles pasajes bíblicos, enseñándoles oraciones y fomentando el respeto por la naturaleza.
Al comienzo de la Guerra Civil Española, a finales de julio de 1936, fue arrestado por defender a un sacerdote que era arrastrado por las calles de Barbastro y por llevar un rosario en el bolsillo. Le ofrecieron la libertad si aceptaba dejar de rezar el rosario, pero optó por permanecer en prisión y afrontar el martirio. En la madrugada del 8 de agosto de 1936, fue fusilado junto a las tapias del cementerio de Barbastro. Murió con el rosario en la mano, gritando su fe: “¡Viva Cristo Rey!”.
Ceferino Giménez Malla fue beatificado por Juan Pablo II en 1997.
Festividad – 2 de agosto.
Fuentes:
https://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_19970504_gimenez-malla_sp.html